Esta
actividad va ligada al conjunto de las que se realizan
en la escuela, pero, por sus características,
merece un tratamiento especial. El hecho de que participen
tres instituciones: familia, escuela y piscina, plantea
establecer muy claramente los roles de cada una. En
las primeras sesiones, la presencia del adulto, da
seguridad al niño.
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Poco
a poco van utilizando los materiales de apoyo: pelotas,
tubos, neumáticos..., pero muy pronto vemos que
el agua y sus juegos simbòlicos van tomando protagonismo.
La
observación sistemática nos ayuda a hacer
nuevas propuestas, adecuando el medio según los
progresos de cada niño y del grupo.
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