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Del
marco general a la escuela
Las visitas de estudio a las escuelas de Cracòvia
estaban organizadas en tres grupos. Cada uno de ellos
tenía dos jóvenes estudiantes que actuaban
como intérpretes, del polaco al francés.
Los parvularios que se visitaron habían estado
escogidos de acuerdo con la diversa oferta complementaria
que hacían. En algunos de ellos se hacía religión;
en otros, inglés; otros acogían niños
con dificultades físicas o psíquicas, o hacían
danza, música, talleres de dibujo, de teatro gimnasia
o natación.
Pero, como nos ha pasado en todos los viajes de estudio,
una vez más teníamos delante de nuestros ojos
unos parvularios dónde el juego y las responsabilidades
de la vida cotidiana eran los ejes que articulaban la
actividad. Unos parvularios en unos edificios grises
por fuera y llenos de color y alegría por dentro,
con unas salas grandes, siempre con más de un maestro
que organizaba o seguía la actividad de los niños,
unas salas llenas de estanterías, con una grand
cantidad de juguetes, libros de cuentos y otros materiales
sobre los cuales poderse interrogar o experimentar,
todo perfectamente ordenado y al alcance de los niños.
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