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En
el inicio del segundo año de vida, beber agua
satisface la sed y se convierte en una actividad colectiva
fascinante. Al derredor de una mesa, la solemnidad
de la bandeja con los vasos y la jarra de vidrio,
preceden un acto, que se repite día a día,
mañana y tarde. El pretexto es la sed, pero
muy pronto nos damos cuenta de que tienen una tremenda
curiosidad para ¡aprender a ponerse agua ellos
solos!
Si
lo permitimos, ellos experimentan, se equivocan, rectifican,
lo consiguen a través de cada una de las acciones
que, día a día, hora a hora, minuto a minuto,
realizan.
Aprenden el control de movimientos, de peso, de volumen,
cantidad, lógica, situación espacial...
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